"El azar favorece al espíritu preparado"
El descanso navideño es engañoso. Me cuesta desconectar de las cosas que me apasionan. Entre otras, mi trabajo y las movidas colaterales en las que me enfrasco. Estoy terminando de organizar la quinta edición del Evento Inmobiliario de Calafell. Irá sobre creatividad. Si ya de por sí el evento que organizamos es creativo; si encima su tema central es la creatividad, el problema creativo se multiplica. Y es necesario que un grupo de personas pongan en contacto sus respectivas imaginaciones. La respuesta solo llega si colaboramos.
Un grupo es una oportunidad para que los talentos individuales se superen, pero para ello es fundamental reunir la combinación acertada de personas. Según Jonah Lehrer, autor de Imaginar, libro que ya cité en mi anterior artículo, "existe alguna razón por la que algunos grupos son algo más que la suma de sus partes."
Y, ¿cuál es la estrategia ideal para la creatividad en grupo? -se pregunta Lehrer-. Y cuenta la historia del sociólogo Brian Uzzi, quien a raíz de un estudio sobre los musicales de Broadway, descubrió que se necesitan muchos talentos diversos para crear un musical y que las personas que trabajaban en Broadway formaban parte de una red social muy interconectada. Buzzi ideó una manera de medir la densidad de estas conexiones -la llamó Q-. El valor de Q refleja el grado de familiaridad social de las personas que trabajan en la misma obra. Si en un musical trabajaban un grupo de artistas que ya habían trabajado antes juntos, ese musical tendría una Q muy elevada. Si lo hacía un grupo de extraños, el musical tendría una Q baja. De esta manera Uzzi pudo explorar la relación entre niveles de Q y el éxito del musical. Y se sorprendió de lo grande que era el efecto de Q. Si las relaciones entre colaboradores eran muy bajas, el musical se resentía. Lo mismo ocurría si las relaciones eran demasiado elevadas porque los artistas estaban tan unidos que pensaban de forma similar y mataban la innovación teatral.
Uzzi llegó a la conclusión que los mejores espectáculos de Broadway fueron los producidos por niveles intermedios de familiaridad social. Es decir, por niveles de Q intermedios, "porque así los miembros del equipo se sentían cómodos los unos con los otros, pero no demasiado cómodos."
En Calafell, nos hemos unido un grupo -creo- con una Q intermedia: los viejos amigos Ernest, Dani, Fernando y yo estamos trabajando con el cineasta Andreu Ortoll, el carpintero Joaquim Vidal, el músico Guillem Solé, la hotelera Vero Strijbos y el diseñador Salva Minguijón, para que #AIC15 sea un éxito.
Bien. No quiero desvelar ningún secreto. El 6 de marzo Calafell se vestirá de Broadway.
Y no querría cerrar estas líneas sin antes agradecer su confianza a todas las personas que en algún momento de este año se han acercado a mi para que les ayude en algún asunto inmobiliario y, como no, también quiero dar las gracias a los que leéis infatigablemente este blog.
¡Fuerza y salud para todos en el 15!