Calafell, en el Baix Penedès, donde vine al mundo, era un pueblo maravilloso para un niño.
Una tarde del 31 de mayo de 2008 empecé a escribir un blog. Como en otras ocasiones, lo que me movió a hacerlo fueron las constantes ganas de hacer y aprender cosas nuevas; aunque también debo confesar que los tiempos habían cambiado. Soy agente inmobiliario desde 1998 y, no sé si por suerte o por desgracia, viví los largos años de euforia conocidos como el boom inmobiliario o la burbuja inmobiliaria. En esos años, en los que lo que hacíamos era "despachar" pisos en lugar de hacer de asesores inmobiliarios, no había tiempo para aprender demasiadas cosas ni para escribir un blog.
El verano de 2007 fue el final de un ciclo. En 2008 lo pasé fatal y todo lo que intenté hacer fue un fracaso. De ese año "trágico" me quedo con lo que aprendí de los fracasos y con mi querido blog. A partir de 2009 afronté una serie de cambios personales y empresariales que me han llevado a sentirme un verdadero agente inmobiliario útil y necesario para mis clientes y para mi querido Calafell. Y sigo con ganas de aprender (y de hacer).
Estoy orgulloso de escribir un blog (no lo voy a ocultar) porque exige ser constante, porque me permite conservar experiencias que he vivido y porque produce una gran satisfacción cuando alguien me dice que ha leído alguna de mis peripecias y que le ha gustado hacerlo.
En esta mañana de finales de mayo de 2013 en la que me he despertado con un punto de nostalgia, he leído la primera frase que escribí allá en 2008, "Rustschuk, en el bajo Danubio, donde vine al mundo, era una ciudad maravillosa para un niño...", una cita de mi admirado Premio Nobel Elias Canetti y que he transformado hoy en "Calafell, en el Baix Penedès, donde vine al mundo, era un pueblo maravilloso para un niño." Mi blog, cinco años después, sigue siendo un niño.
Voy a seguir cuidándolo con el cariño que merece y espero mantenerlo con el mismo espíritu infantil con el que nació. Gracias por leerme.