lunes, 16 de febrero de 2009

EL FACTOR HUMANO.


El diario de un inmobiliario El blog del Carbasses no se creó con la finalidad de vender inmuebles. Las viviendas se venden a través del contacto directo y real con las personas. El que escribe estas líneas pretende con este humilde cuaderno de bitácora describir sus relaciones personales y profesionales y ampliar su círculo de relaciones porque, al fin y al cabo, es a través de este círculo donde se generan muchas veces los negocios. Es decir, el blog tiene una doble finalidad: dar a conocer a los lectores, si los hay, la persona que se esconde detrás del profesional inmobiliario y ser un vehículo de reflexión propia para descubrir las personas que se esconden detrás del círculo de relaciones.



Este fin de semana La peña del Neptuno, mi ya de sobras conocido grupo de amigos, lo hemos pasado juntos en Calella (Maresme). Un grupo de 36 personas, la peña se está ampliando, nos instalamos en el Hotel Top Calella Palace. Desgraciadamente detrás de este grandilocuente y pomposo nombre el hotel ofrece más bien poco y sus cuatro estrellas son del todo inmerecidas. Aún así, y a pesar de lo desastroso del lugar, lo hemos pasado bien porque, como decía en un artículo anterior, "con buena compañía basta". Como siempre practiqué deporte a primera hora de la mañana por la playa de Calella, trasnoché y bebí cervezas como un cosaco y disfruté de la compañía de mis amigos. Además, durante la estancia la siempre previsora y atenta Nuri Vayà (Nunú para los amigos, gran diminutivo) con la colaboración de su esposo, el bueno de Sebas, organizó una merienda infantil para celebrar el reciente doceavo cumpleaños de su simpatiquísima hija. ¡Por muchos años, Aida!




Mis ratos libres, como en el hotel no había mucho que hacer, los dediqué a la lectura de un extraordinario libro, El factor humano (Seix Barral, Barcelona, 2009) de John Carlin, que versa sobre la capacidad innata de Nelson Mandela para seducir al oponente y de cómo este inigualable líder político logró poner fin a 50 años de odio racial en Sudáfrica. Como dice su autor, "Mandela domina, más que ninguna otra persona viva (y seguramente muerta) el arte de hacer amigos e influir en la gente". El libro cumple dos condiciones esenciales de un buen cuento de hadas: es una gran historia y contiene una lección eterna. La coincidencia de tener este libro entre mis manos durante mi estancia en Calella me ha llevado a tomar, con permiso de Carlin, prestado su título para este post. Sin duda, resume de forma sintética la finalidad de este blog y la capacidad innata de mis amigos para hacerme feliz con su sola presencia, con su factor humano.

miércoles, 11 de febrero de 2009

VOLVER A LOS ORÍGENES.


El negocio inmobiliario está tan complicado o tan jodido que, aunque parezca contradictorio, he tomado la firme determinación de tomarme el trabajo con optimismo. Quiero volver a tener la mente limpia como cuando empecé allá por 1998. Volver, pues, a los orígenes es mi objetivo para este 2009. Captar y vender sin explayarme en grandes teorías económicas. Hoy todo el mundo sabe que estamos en crisis. La creatividad y la inocencia infantil la vamos perdiendo con los años volviéndonos cada vez más rígidos. De la palabra "negocio" (y no pretendo de ninguna manera parecer un irresponsable) me quedo con las últimas cuatro letras: "ocio".





Para lograr esta limpieza profesional autoimpuesta, busco e intento fomentar la felicidad entre los míos (mi familia, mis compañeros de trabajo y mis amigos) y entre mis clientes. Para ser feliz hace falta poca cosa. Con buena compañía basta. El domingo pasado, sin ir más lejos, compartí una calçotada con mi gente. Inicié la mañana andando y corriendo 90 minutos por la playa, después me reuní con Gabi, Edu, Sebas y, con el hijo del primero, el joven Cristian en la parcela cedida amablemente por Josep Mª Pujol. Estos hombres son sencillos e irradian felicidad. Desayunamos y estuvimos toda la mañana compartiendo cervezas y preparando la calçotada en espera de que llegara el resto del grupo. Comimos. Las risas y la alegría con los colegas y la felicidad de los niños tras un día en el campo son la mejor terapia para volver al trabajo con los ánimos renovados.