"Si logras convencer a tus clientes para que se tatúen tu nombre en el pecho, probablemente nunca tendrás que preocuparte de que compren a la competencia"
sobre Harley-Davidson
Trabajo solo en exclusiva y con recomendaciones. Y solo trabajo con vendedores. O sea, que solo trabajo con familias que quieren vender en Calafell, que vienen recomendadas y que confían en mi y en ImmoBan y me contratan en exclusiva.
¡Arranco, por tanto, 2016 con mis clientes exclusivos!
Cada año es un reto tremendo. Porque asesorar a personas para ayudarles a vender en las condiciones actuales del mercado y comprometerme a hacerlo en exclusiva es una gran responsabilidad.
Encima me lío con otras grandes responsabilidades. Resulta que, de vez en cuando, comparto con profesionales de otras ciudades mis historias sobre las personas, las exclusivas y las recomendaciones. El próximo 29 de enero compartiré mis "recetas" en Valencia.
Cuando, hace unos meses, los organizadores de Valencia me dijeron que la jornada se celebraría en una sala en la que caben 285 espectadores pensé que estaban locos. Hoy me han comentado que, a falta de quince días, hay más de 160 inmobiliarios inscritos al taller El poder de la exclusiva. Y que vienen no solo de Valencia, sino también de Murcia, de Alicante, de Pamplona, de Zaragoza,... y hasta de Sevilla.
La verdad es que la posibilidad real de que esa sala se ponga a reventar me produce un cierto vértigo (por no decir, un cierto acojone); no porque no me atreva a hablar ante tantas personas (¡qué remedio me queda!), sino porque veo que trabajar en exclusiva y con recomendaciones es el reto que se han marcado muchos inmobiliarios. Y esto es lo que me produce vértigo. No meter la pata. No decir tonterías. Y ser capaz de motivar a mis colegas a hacerlo: hacerles ver que es posible trabajar solo en exclusiva y con recomendaciones. Y compartir con ellos métodos y herramientas útiles para que puedan aprovecharlas para sus clientes y sus mercados. Y, sobre todo, hacerles ver que el futuro de nuestro oficio pasa por centrarnos en las personas y por la especialización, por convertirnos en el inmobiliario de confianza de nuestra calle, de nuestro barrio o de nuestro pueblo.
Porque en un mundo saturado de información van a ser más necesarios que nunca los inmobiliarios rigurosos y locales.
¡Allá voy vértigo!
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