Córdoba, viernes 25 de enero, 09:00 a.m.
Llego al Centro de Recepción de Visitantes del Ayuntamiento de Córdoba. Una sala en forma de cubo situada junto al Puente romano y el Arco del triunfo, un espacio que por si solo ya es inspirador. Allí me esperan 150 inmobiliarios de Sevilla, Marbella, Málaga, Jaén, Benidorm, Huelva, Jérez... y, por supuesto, de Córdoba.
A las 09:30 a.m. arranca El poder de la exclusiva.
Durante cinco intensas horas les traslado a mis colegas mi forma de ver, de vivir y de entender el oficio de agente inmobiliario. Les cuento, para empezar, que solo trabajo con vendedores, en exclusiva y con recomendaciones y que solo entiendo la exclusiva dentro del marco de la cooperación. Pero sucede algo.
Lo que sucede es lo que sigue. Como El poder de la exclusiva es un sencillo taller (en el que un cocinero comparte sus recetas con otros cocineros) que no preparo previamente, a veces ocurren cosas. Y lo que ocurrió en Córdoba es que centré gran parte del discurso en trasladar a mis colegas la importancia fundamental de centrarnos en las personas y de olvidarnos de los ladrillos. Esos malditos ladrillos que, a veces, nos ciegan y nos impiden poner el foco, de verdad, en las personas para poder entenderles y para poder ayudarles en una decisión tan trascendental, tanto a nivel económico como hasta para la felicidad, como es vender una casa. Y empecé a soltar esas cosas que he aprendido en lecturas, en charlas con maestros y con amigos, y en la universidad de la calle. Y pasé la mañana hablándoles a mis colegas de los miedos del vendedor, el miedo a la pérdida de control y el miedo a la pérdida de difusión, de las emociones del vendedor, de la aversión a la pérdida, del efecto ancla, del proceso de duelo, de las valoraciones, de las objeciones, de la disonancia cognitiva, del trabajo en equipo, del principio de escasez, del NO positivo, de la moneda social o del efecto conector.
A las 15:00 a.m., al terminar la charla, tuve la sensación de que les había metido en un problema. En un problema maravilloso. Un problema que dice que si queremos de verdad ayudar a las personas tenemos que entender como funcionan sus emociones. Que antes de responder tenemos que volver a escuchar. Y que solo nos valorarán si nosotros les valoramos a ellos y no a sus (¿puñeteras?) casas.
Tenemos mucho trabajo por hacer, pero recordar: en el fondo los problemas son regalos.
Gracias Córdoba!!
*Foto de Fernando Sendra.
Hola Sergi, hace muy poco comencé a seguir tus espacios. Coincido con vos en que lo importante son las personas. Quería consultarte a qué te referís cuando decís que trabajas solamente en exclusiva y dentro del marco de la cooperación.
ResponderEliminarHola Patricio.
ResponderEliminarSí, trabajo solo con una filosofía de trabajo en la que los vendedores se comprometen conmigo y yo con ellos y lo ponemos por escrito en un contrato de exclusiva. Y, por otra parte, formo parte de un proyecto de cooperación que agrupa al 90% de los agentes de mi ciudad y compartimos los encargos; de modo que nuestros clientes logran la máxima difusión de su oferta, pero solo tienen un interlocutor, una persona de confianza, alguien que vela por sus intereses. En definitiva, un agente que les representa delante del resto de agentes.
Cuídate!!
Capitulo uno leido
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