sábado, 9 de mayo de 2015

BENDITOS INMOBILIARIOS

"Todo empieza antes: 

tú eliges cómo quieres que te perciban tus clientes"




David lleva seis años trabajando en la tienda del centro de Dean & Deluca. Esta pequeña cadena de cafés de gama alta de Nueva York tiene una rotación muy elevada, de modo que seis años es un logro bastante excepcional.

Conocí a David mientras tomaba un café con un amigo. Lo primero que advertí fue que se acercó a una cola de turistas y les dijo animadamente: “¡Hola, chicos! Arriba tenemos otro baño. No es necesario que hagan cola.” Con una sonrisa, se apartó y se puso a limpiar mesas con brío y a ordenar cosas que a mí no me parecían especialmente fuera de lugar. Si esto era un trabajo de baja categoría, a David nadie se lo había dicho.

Durante la hora que estuve allí, lo vi dar la bienvenida a la gente, ayudar sin que se lo pidieran, ofrecerse a vigilar una mesa e ir a buscar algo para un cliente. ¡Esto en un café!

Le pregunté por su actitud. Sonrió, se detuvo un momento y me dijo: “Trabajo para que me bendigan.”

Esta pequeña historia ejemplar la cuenta Seth Godin en el libro ¿Eres imprescindible? y le encuentro un gran paralelismo con algunas de las cosas que han pasado en los últimos años en nuestra profesión. Los inmobiliarios, por una serie de motivos que más adelante trataré de descifrar, hemos percibido que podemos (o debemos) trabajar para que nos bendigan; para que nos bendigan nuestros clientes y, hasta, para que nos bendigan nuestros colegas de profesión.

Todo empieza mucho antes, dicen los instructores CRS cuando vas a un curso. Cierto. También es cierto que, a veces, tienen que pasar cosas antes para que cambiemos. Para lanzarnos al cambio, para ilusionarnos con el cambio, para ver las ventajas del cambio.

La tan traída y llevada crisis nos ha llevado al cambio; pero también internet nos ha llevado al cambio.

Recuerdo que a finales de 2009 me propuse impulsar una MLS en mi pueblo (en el ahora famoso Calafell, permitirme la broma) y, gracias a internet –porque dar las gracias a la crisis me parece excesivo-, conocí a una serie de inmobiliarios que me ayudaron y me animaron a convertir ese sueño en una realidad. En 2010, con la MLS ya en marcha, descubrí la formación y descubrí que tú eliges cómo quieres trabajar y cómo quieres que te perciban (o te bendigan) tus clientes. Y, además, descubrí que fuera de Calafell también había inmobiliarios; es decir, conocí a inmobiliarios de otros lugares. Y luego descubrí los eventos y viajé a Madrid, por ejemplo, a Inmociónate. Y como el mundo está lleno de locos, y no quería ser menos, me dio por montar eventos en mi pueblo. Y lo hice.

Esto que cuento, por suerte, no me ha pasado a mi solo. Le ha pasado a un montón de inmobiliarios. De pronto, han -o hemos- cambiado. Queremos trabajar de otra manera, cooperar, formarnos, viajar, compartir, fabricar herramientas chulas de marketing, dar, dar, dar… y que nos bendigan. En fin, nos hemos vuelto creativos.

Hace unos días, concretamente el pasado 7 de marzo, celebramos en Calafell la quinta edición del evento de #AIC y el tema central fue -y no es casualidad- la creatividad. Para llegar a ser creativos, en primer lugar, tenemos que sentir pasión por lo que hacemos y, en segundo lugar, ser generosos. Porque si no amas lo que haces no coges la mochila y viajas 600 kilómetros hasta Calafell o Madrid o Barcelona o Valencia o Sevilla; y, porque, si no compartes lo que sabes o lo que haces, ¡para qué coño lo quieres! Y entonces te das cuenta de que la pasión es contagiosa y de que, cuando das algo, tú te beneficias más que el receptor; porque el acto de ser generosos nos enriquece inconmensurablemente.

Y a Calafell llegaron más de 200 inmobiliarios de todos los rincones de España y por el escenario pasaron un profesor de creatividad e innovación, dos cocineros, un deportista y experto youtuber, una investigadora y dos músicos y compartieron generosamente sus ideas  acerca de la creatividad y de la cooperación y se quedaron absolutamente asombrados del entusiasmo que se genera cuando nos reunimos los inmobiliarios. Y quizás se llevaron más cosas ellos que las que recibimos nosotros. ¡Eso es lo grande! Lo grande es entender que los problemas más importantes que debemos resolver en la actualidad precisan de los conocimientos y la experiencia de personas con formaciones diferentes; ya que, a menos que aprendamos a compartir nuestras ideas con los demás, nos quedaremos estancados en un mundo de problemas aparentemente irresolubles.

Y, además, y esto es lo más emocionante y lo que quiero destacar para agradecer la oportunidad de escribir en la revista Inmobiliarios, en #AIC15 siete inmobiliarios y una periodista inmobiliaria (Rosiris Muñoz, Ana Valle, José Luis Echeverría, José María Navarro, Queta Xampeny, Jordi Pol, Fernando García Erviti y Rebeca Pérez) compartieron todo su talento creativo con los colegas que estábamos entre el público. Su valentía sirve para que cada vez más inmobiliarios entiendan que las ideas más creativas no se producen cuando estamos solos. Al contrario, surgen de nuestros círculos sociales. Son los encuentros con otros inmobiliarios los que nos inspiran pensamientos nuevos. Y encuentros como los de Calafell o los de Madrid o Barcelona o Valencia o Sevilla, o cualquier otro lugar, nos ayudan a crear un tipo de “sociedad inmobiliaria” basada en la admiración mutua.

No hace demasiado tiempo, casi todo el mundo habría visto el trabajo de un inmobiliario o el trabajo del camarero David como un rollo, un callejón sin salida. Cada vez más inmobiliarios o cada vez más “Davids” lo vemos como una oportunidad de regalarnos a los demás. Una labor emocional que nos trae como compensación la aprobación de nuestros clientes. Nuestro arte consiste en el compromiso con cada persona; en la oportunidad de cambiarle su actitud o alegrarle el día.

Doy las gracias por vivir este momento en el que cada vez más inmobiliarios comprenden que el acto de dar es, por sí mismo, una recompensa.  

*Artículo que he escrito para el número 37 de abril/mayo/junio de la revista Inmobiliarios.

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