viernes, 7 de diciembre de 2018

LADRONES DE TIEMPO


Es tu día libre. 

Te levantas por la mañana y vas al supermercado. En la frutería tienes que ponerte un guante, coger una bolsa, llenarla de tomates, ir a pesarla, pegarle el ticket y ponerla en el carrito. Cuando ya has llenado el carro, vas a la caja a pagar y tienes que descargar el carro, poner toda la compra en una cinta, ir al otro lado de la cinta, llenar las bolsas de la compra, pagar e ir al coche a descargar la compra.

Cuando has colocado todo en la nevera, coges de nuevo el coche y te diriges a una tienda de muebles porque necesitas un armario para la habitación de tu hijo. Cuando encuentras el armario que te gusta, coges un carrito y te diriges a unos largos pasillos llenos de estanterías con cajas numeradas a buscar el armario (desmontado), cuando lo encuentras, lo cargas en el carro, te diriges a la caja, lo descargas, pagas, lo vuelves a cargar, vas al coche, lo cargas, te diriges a casa, lo descargas y ahora solo (¿solo?) te falta montarlo.

Como se te ha pasado la mañana volando y no te ha dado tiempo a hacer la comida, vas a una hamburguesería a comer algo rápido porque tienes que volver a casa a montar el mueble. Llegas, aparcas y te enfrentas a una máquina para seleccionar la comida, pagarla y ponerte en una cola para recogerla. Te acercas a una mesa con una bandeja en la mano, comes, recoges la mesa y regresas a casa.

El tiempo es uno de los elementos principales del capitalismo. Tenemos que aprender a reconocer los ladrones de tiempo, porque trabajamos hasta cuando pensamos que no lo estamos haciendo. Antes había trabajadores remunerados, hasta que alguien descubrió que el consumidor es mano de obra gratuita.

Si quieres vender tu casa de Calafell, puedes hacerlo solo. 

Preparas la vivienda, haces un home staging, realizas un reportaje fotográfico de calidad, publicas anuncios, revisas documentación, solucionas incidencias, sales al mercado, recibes solicitudes, las contestas, programas visitas, las atiendes, contestas objeciones, negocias el precio, redactas contratos, ayudas al comprador a buscar financiación, programas la escritura, llevas la documentación a la notaria, vas a la firma, liquidas impuestos, haces cambios de nombres,... e infinitas cosas más.

Si quieres vender tu casa de Calafell, puedes hacerlo solo. Si, en cambio, eres consciente de que el tiempo se ha convertido en dinero y quieres reclamar el control sobre este nuevo recurso, precioso y finito, llámame. 

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